Es común decir que no nos gusta algún pequeño rasgo de nuestro físico o de nuestra personalidad, y en cuanto nos topamos a alguien a quien admirar, es cuando comienza a desarrollarse la problemática sobre nuestro autoestima, pues si ha sido lo suficiente estimulado, será capaz de ser alta y no verse afectada, de lo contrario comenzaría el proceso rumbo a un desorden sobre nuestra apariencia y cómo queremos ser.
Por ello, este punto es fundamental hacia nuestro tema principal, pues de querer asemejar a alguien más dejamos atrás lo que nos diferencia de los otros, y en algunos casos, se llegan a odiar esas características.
AUTOESTIMA ALTA
Una persona con el autoestima alta es aquella a la que se le identifica como fuerte ante la opinión de la sociedad, pues tiene una imagen tan positiva de sí mismo, que tolera las distintas perspectivas que se tienen de él o ella, pero no interfiere con la que tiende de sí mismo.
Son personas seguras, independientes, sin miedo a lo nuevo ni al posible fracaso, no temen a la crítica y siempre están dispuestas a luchar por sus metas.
Este tipo de personalidad es obvio que se desarrolla desde la infancia, pues parte del autoestima se ve reflejado en el cariño y comprensión que se brinda en la familia.
"Aprender a valorarse a sí mismo, tener una alta autoestima y tener autoconfianza, son cosas que pueden sucederle a cualquier persona, a pesar de su pasado". Virginia Satir (Escritora y psicoterapeuta americana). |
AUTOESTIMA BAJA
acerca de ellas es mala.
Una persona con autoestima baja pone gran parte de su seguridad en la aprobación del entorno cercano, por esta razón, uno de los temores más persistentes es el temor a qué dirán los demás. El juicio ajeno se convierte en elemento de vulnerabilidad. Una baja autoestima puede notarse en aspectos tan sencillos como evitar mostrar ciertas opiniones propias o quedar siempre a la expectativa de que los otros tomen las decisiones.
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